lunes, 6 de febrero de 2012

El diario cinematográfico de François Truffaut

Hacer una película es un acto intelectual porque implica hacer muchas cosas y tomar decisiones. Es también un hecho artístico porque el gusto nos dicta esas cosas y esas decisiones. Es igualmente un acto emocional porque entra en juego nuestra sensibilidad y nuestra intuición. La calidad resultante no es proporcional al dinero gastado ni al trabajo empleado. La suerte juega un gran papel, el azar también


Nacido en París el 6 de Febrero de 1932, François Roland Truffaut no fue en su infancia un alumno ejemplar aunque sí ya un lector apasionado y un gran amante del cine.


Por entonces yo tenía once o doce años y lo que hacía era ir al cine mientras mis padres se iban al teatro. Les engañaba. Sabía que si me iba a un cine que estuviera cerca de casa podría meterme en la cama antes de que ellos regresaran. Muchas veces me tenía que marchar antes del final porque estaba nervioso, me latía fuerte el corazón y tenía miedo de que me descubrieran. El cine ha sido en mi adolescencia una clase de refugio, por ello le tengo un amor casi religioso. No era raro que viese la misma película cinco o seis veces en el mismo mes sin ser capaz luego de contar correctamente el argumento porque, en un instante preciso, una música que subía de volumen, una persecución en la noche, el llanto de una actriz, me emborrachaban, me arrebataban y me arrastraban más allá de la película


En 1947, a la edad de 15 años, François fundaba “Cercle Cinemane”, su propio cine club. Y un año más tarde conocía a André Bazin, influyente crítico  y teórico cinematográfico francés y cofundador, en 1951, de la revista “Cahiers du Cinéma”.

Desde ese día de 1948 en que Bazin me proporcionó mi primer trabajo interesante, es decir, ligado al cine, junto a él en la revista ‘Travail et Culture’, se convirtió de alguna manera en mi padre adoptivo y puedo afirmar que le debo todo lo bueno que me ha ocurrido desde entonces

En 1953, Truffaut publicaba sus primeras críticas cinematográficas en "Cahiers du Cinéma".


El crítico debería ser, en general, el intermediario entre el autor y el público, explicando al segundo las intenciones del primero, dando a conocer al primero las reacciones del segundo, ayudando a uno y a otro a ver más claro. Para esto, es preciso poder remontarse hasta las intenciones y adivinar al hombre tras el film, al artista tras el debutante, lo cual no siempre es tarea fácil

En esta revista, Truffaut y algunos de sus amigos más cinéfilos se convertían ya en defensores de lo que ellos mismos denominaron "cine de autor".

¿Fui buen crítico? No lo sé, pero de lo que estoy seguro es de que siempre me colocaba del lado de los pateados contra los pateadores


Yo creo que el cine es un arte mucho más difícil que los demás. Es más difícil hacer una película que una novela, por ejemplo. Una novela siempre es una novela, mientras que en el cine uno puede tener la intención de hacer una película, llegar al final y encontrarse con que no hay película

En 1956, François trabajaba como ayudante de Roberto Rosellini. Un año después contraía matrimonio con Madeleine Morgenstern, hija de un importante distribuidor cinematográfico, y fundaba Les Films du Carrosse, su propia productora. Para entonces, Truffaut ya había dirigido dos cortometrajes: “Une visite” (1955) y “Les mistons” (1957).

André Bazin me enseñó a escribir, corrigió mis primeros artículos en ‘Cahiers du Cinéma’, progresivamente me llevó hasta la dirección. Cuando falleció, el día 11 de Noviembre de 1958, yo había empezado, precisamente la víspera, el rodaje de mi primera película, ‘Los cuatrocientos golpes’. De esta primera película sólo llegó a leer el guión que naturalmente le dediqué


En 1959, François Truffaut conseguía su primer gran éxito cinematográfico con su también primer largometraje, “Los cuatrocientos golpes”.

Quizá mi infancia ha sido en muchos aspectos igual a la de Antoine Doinel en ‘Los cuatrocientos golpes’. Realmente no puede hacer diferencia entre vida y cine, en lo que a mí respecta. Y en ‘Los cuatrocientos golpes’ había poco engaño y mucha sinceridad: era mi primer film. Pero, en general, no quiero que mis películas muestren ni siquiera el amor que tengo por el cine


Extraordinaria película ésta de “Los cuatrocientos golpes” que fue, además, una de las primeras que se encuadró en un nuevo movimiento cinematográfico que sería conocido como Nouvelle Vague.

La Nouvelle Vague no tenía un programa estético, era simplemente una tentativa por recuperar cierta independencia perdida hacia 1924, cuando los films llegan a ser demasiado caros, un poco antes del sonoro. En 1960 para nosotros hacer cine era imitar a D. W. Griffith realizando sus películas bajo el sol de California, antes incluso del nacimiento de Hollywood


Formo parte de esas gentes que tienen necesidad de volver a ver sin parar las viejas películas, las mudas, las primeras habladas

Anda mira, François, como yo.

La Nouvelle Vague englobó a directores como Jean-Luc Godard, Claude Chabrol, Louis Malle, Eric Rohmer o Alain Resnais, todos ellos hoy indiscutibles maestros del cine.

Creo que la Nouvelle Vague ha demostrado que se pueden hacer películas inteligentes en completa libertad de espíritu y de medios materiales. Y hemos demostrado, me parece, que en cine se puede hacer todo lo que se quiera


El protagonista de “Los cuatrocientos golpes”, Antoine Doinel, fue un personaje de ficción creado por Truffaut e interpretado excelentemente en la pantalla por el actor francés Jean-Pierre Léaud.

Antoine Doinel, ese personaje que es la síntesis de dos personajes reales: Léaud y yo. Se presentaron unos sesenta muchachos e hice pruebas en 16 mm. con dos de ellos; les hacía preguntas bastante sencillas puesto que mi objetivo era encontrar un parecido más moral que físico con el niño que yo creía haber sido. Antoine Doinel no es lo que se llama un personaje ejemplar, es astuto, tiene encanto y abusa de él, miente mucho y disimula más, solicita más amor que el que está dispuesto a dar; no es el hombre en general sino un hombre en particular.
Añadiré únicamente que Jean-Pierre Léaud es el mejor actor de su generación y que sería injusto olvidar que Antoine Doinel es, para él, más que uno de los personajes que ha interpretado, uno de los dedos de sus manos, una de sus costumbres, uno de sus compañeros de niñez


Jean-Pierre Léaud contaba quince años de edad cuando dio vida por vez primera a Antoine Doinel en “Los cuatrocientos golpes”. Como espectadores pudimos asistir a la evolución de este personaje, igualmente interpretado por Léaud, en cuatro títulos más igualmente dirigidos por Truffaut: “El amor a los veinte años”, “Besos robados”, “Domicilio conyugal” y “El amor en fuga”.

Para ciertos papeles, me gusta elegir actores conocidos; para otros, actores desconocidos; y en algunos casos, actores amateurs; por gusto, tengo tendencia a preferir los instintivos a los profesionales, pero no es una regla


Yo quiero mucho a los actores, pero me he dicho de una vez por todas que el texto que les doy es mejor que el que ellos se inventan. Sabed, se cometió un error al comienzo de la Nouvelle Vague: llamar a los personajes por los nombres de los actores. Esto era una coquetería que se practicó en el debut y que considero un error. Yo mismo lo hice en ‘Les mistons’. Los actores tienen necesidad de interpretar a otro.
El director está obligado a preocuparse de los actores; es el punto fuerte del rodaje. Pero más importante que la dirección de actores es su elección. Porque si uno se ha equivocado, hay que rehacerlo todo, hay que reescribir los diálogos, hay que procurar que el actor se sirva de ellos de manera adecuada


A “Los cuatrocientos golpes” le siguieron otros títulos como “Tirad sobre el pianista”, “Tire-au-flanc” (codirigida con Claude Givray) y los cortos “Une histoire d’eau” (codirigida con Jean-Luc Godard) y “Antoine et Colette”.


Films-libros, libros-films, tal es el engranaje de mi vida puesto que mi amor gemelo por los libros y por los films me ha llevado a rodar ‘Jules et Jim’, homenaje a un libro particular


En 1962, Truffaut dirigía la adaptación cinematográfica de “Jules et Jim”, primera novela del escritor Henri Pierre Roché publicada en 1953. Otro gran título convertido hoy en todo un clásico del cine francés.

El cine para mí es un arte de la prosa. Definitivamente, se trata de filmar la belleza pero sin que se note, sin que se note para nada


Y tras “Jules et Jim” vendrían “La piel suave”, “Fahrenheit 451”, “La novia vestía de negro”, “Besos robados”, “La sirena del Mississippi”...

Prefiero en primer lugar a Renoir. Después a Rossellini y a Hitchcock. Y otros muchos en el fondo: Hawks, Cukor, Sturges... El cine americano me parece el más importante del mundo. Por todo: por técnica, por inspiración, por libertad de concepción, dirección de actores...


Cuando se observa atentamente la carrera de Hitchcock se encuentra la respuesta a algunas de las preguntas que todo cineasta debe plantearse; la primera y principal es: ¿Cómo expresarse de una forma puramente visual?


En 1967 François Truffaut plasmaba su admiración por Alfred Hitchcock a través de la publicación de “El cine según Hitchcock”, extraordinario libro que era el resultado de dos largas entrevistas ubicadas en 1955 y 1962 y realizadas por Truffaut al genial director inglés.

Resultado de una larga conversación de cincuenta horas preparada sobre un cuestionario de quinientas preguntas. ‘El cine según Hitchcock’ es un libro del que no me considero autor, sino tan sólo iniciador o, mejor aún, provocador


Para leer “El cine según Hitchcock” no es necesario que te guste el cine de Alfred Hitchcock, ni el de François Truffaut... Aun diría más, ni siquiera te tiene que gustar el cine. Una vez leído este libro, te gustará Truffaut, te gustará Hitchcock... Te gustará el cine.

A cuantos fastidia la admiración que los jóvenes cinéfilos prestan al cine americano, hay que decirles que se fijen en que las mejores películas de Hollywood están a veces filmadas por el inglés Alfred Hitchcock, el griego Kazan, el danés Sirk, el húngaro Benedek, el italiano Capra, el ruso Milestone y los vieneses Preminger, Ulmer, Zinneman, Wilder, Sternberg y Fritz Lang.
Echo de menos el cine americano, ciertamente, pero no es preciso creer que el cine europeo debe hacerse sobre aquellos cánones. Desde ese punto de vista yo creo siempre en el cine de autor


Un film es una cosa viva. No soy de los directores que se atienen a lo que hay escrito. Mis películas cambian enormemente durante el rodaje. Lo que quieren decir verdaderamente mis películas lo he descubierto después... Descubro su significación después de finalizar, pues tengo una creación espontánea, instintiva, apenas intelectual

La infancia es el mundo que mejor conozco. Me siento mejor con un niño que con un adulto. Las personas están demasiado impresionadas por un papel social para ser verdaderamente sinceras. No puedo tener una conversación con ellas más que cuando hablamos de cine. Con los niños, por el contrario, puedo hablar de todo


En 1970, Truffaut rodaba “El pequeño salvaje”, una historia real sobre un niño criado en un ambiente primitivo que estaba basada en un libro del psicólogo social Lucien Malson.


Las desgracias de los adultos me dejan insensible. Me parece estúpido que corran los riesgos que corren. Los adultos viven en una jungla, pero es culpa suya porque ellos han creado esta jungla. Yo, como la mayoría de las mujeres, soy sensible a las desdichas de los niños

Tras “El pequeño salvaje” llegaron “Domicilio conyugal”, “Las dos inglesas y el amor”, “Una chica tan decente como yo”...


En mi cine vuelve la idea de la mujer mágica. En ‘La noche americana” un personaje pregunta tres veces si las mujeres son mágicas y recibe tres respuestas diferentes. Esta idea de la mujer ángel es machista, cierto, pero como dice Malraux, los hombres han idealizado a las mujeres tanto tiempo que privarles de pronto de esta aureola sería un poco triste


En 1973 François Truffaut dirigía “La noche americana”, un excelente homenaje al proceso de creación de una película.

A las preguntas que el público se hace sobre el tema ‘¿Cómo se rueda un film?’ he querido pues, con ‘La noche americana’, dar respuestas visuales, las únicas posibles

Tengo necesidad de identificarme, de decirme, yo he estado en circunstancias como ésta, o yo podré estar en circunstancias como ésa. Necesito este criterio para trabajar. Trabajo mucho con material real, pero de ese material el veinte por ciento es autobiográfico, otro veinte por ciento lo tomo de los periódicos, otro veinte por ciento de la vida de las gentes que conozco, y otro veinte por ciento ficción pura


Después llegarían “El diario íntimo de Adèle H”, “La piel dura”, “El amante del amor”, “La habitación verde”...


Y en 1977, Truffaut interpretaba al científico Claude Lacombe (papel que le valió una nominación como mejor actor secundario en los británicos Premios Bafta) dirigido por Steven Spielberg en “Encuentros en la tercera fase”.

El cineasta francés ya nos había demostrado sus también buenas dotes para la actuación en algunos títulos de su filmografía como director: “La piel suave”, “El pequeño salvaje”, “Domicilio conyugal”, “La noche americana”, “El diario íntimo de Adèle H”, “La piel dura”, “El amante del amor” o “La habitación verde”.


El tramo final de la filmografía de Truffaut como director incluía “El amor en fuga”, “El último metro”, “La mujer de al lado” y “Vivamente en Domingo”, su último título para la gran pantalla.

Si una película es exclusivamente psicológica, no es buena. En cine existe una lógica del espectáculo que prevalece frecuentemente sobre la lógica del relato, etc. Una película es un equilibrio continuo entre la literatura y la música. Se debe constantemente renunciar a las leyes psicológicas por las leyes musicales


No apruebo el método que consiste en rodar una escena filmándola de todas las maneras posibles. Quien hace esto no es un realizador sino “un registrador” y el verdadero realizador del film es el montador jefe. Cada plano de una película no puede tener más que un ángulo justo y una duración justa; es el cine de Hitchcock, de Bergman, de Bresson, de Rohmer, de Renoir, de Buñuel, de Hawks, de Lubitsch, de Dreyer, de Milos Forman... es el cine


Entre otros muchos premios y candidaturas, François Truffaut fue nominado al Oscar como director y como guionista por “La noche americana” y como guionista por “Los cuatrocientos golpes”. Obtuvo el Premio Bafta como director por “La noche americana” y fue galardonado como mejor director por “Los cuatrocientos golpes” en el Festival de Cannes


También obtuvo el César como mejor director, mejor guionista y mejor película por “El último metro”, siendo además nominado en estos galardones como mejor director por “El diario íntimo de Adèle H” y “Vivamente en Domingo” y como guionista (a título póstumo) por “La pequeña ladrona” (1988). En 1981 le fue concedido el Luchino Visconti Award por su trabajo como director y crítico cinematográfico en los David di Donatello Awards.

No se puede poner un final optimista, porque la vida no es optimista; tampoco se puede poner un final pesimista, porque sería un desastre comercial. Es necesario un final que incluya los dos. Hago finales ambigüos, siempre pensando un poco en Chaplin. Es su idea de marchar por la carretera y cruzarse con los policías, es la idea de la libertad amenazada. Creo que es la verdadera solución


Tristemente, el 21 de Octubre de 1984 nos dejaba François Truffaut a la prematura edad de 52 años. Afortunadamente, su particular cine de autor nos acompañará toda la vida. Merci, François.

Siempre he preferido el reflejo de la vida a la vida misma. Si he elegido los libros y el cine desde la edad de once o doce años, está claro que es porque prefiero ver la vida
a través de los libros y del cine
(FRANÇOIS TRUFFAUT)

16 comentarios:

miquel zueras dijo...

Pocas veces se ha visto tanta afinidad director-actor como entre Truffaut y Léaud, prácticamente su alter-ego. Creo que Léaud terminó con serios problemas mentales.
La nouvelle vague representó un gran cambio para el cine francés aunque fueron injustos con algunos realizadores como Autant Lara, autor de "La travesía de París" que me encanta.
Hace poco revisé "Farenheit 451" que me sigue gustando mucho y de sus otras películas tengo predilección por "Tirad sobre el pianista" aunque no sea la mejor de su filmografía. Muy interesante su libro de entrevistas con Hitchcock, lo recomiendo a todos los amantes del cine. Besos. Borgo.

Pepe Cahiers dijo...

Gracias por tu homenaje, lo digo por lo de Cahiers. Debo felicitarle, una vez más, por su tan bien cuidada y documentada entrada. Lo malo de los de Cahiers du Cinema es cuando se ponían estupendos y pretenciosos y ponían a caer de un burro las películas de la Hammer o sacudían a títulos como "La noche del cazador". Eso y cierto desprecio, mal disimulado, cuando empleaban el término artesano para menospreciar a ciertos directores.

Clementine dijo...

Sí, Miquel, de hecho Truffaut señalaba que en una ocasión le felicitaron a él por su interpretación en “Los cuatrocientos golpes” creyendo que era el niño de la película. Eligió muy bien Truffaut a su representación en la pantalla. Me gustan muchas de este director, pero para mí es muy especial “La noche americana”, está muy bien logrado el ambiente de rodaje cinematográfico. El libro de Hitchcock es una joya.

Anda, mira, las gracias me las das de tú... De nada, Super Truffaut Cahiers, sabía que habías cogido la intención oculta de esta entrada. Sí, los de Cahiers du Cinéma eran de todo menos humildes, ninguno de ellos, pero como diría el otro “nadie es perfecto”.

Manderly dijo...

Poco a poco voy descubriendo la Nouvelle Vague, que tenía un poco de lado. De Truffaut me ha gustado mucho 'Los 400 golpes' y en breve espero ver 'Fahrenheit 451'.
Saludos.

Clementine dijo...

Hola, Manderly, haces muy bien en ir descubriendo poco a poco a la Nouvelle Vague, constituye una parte muy importante de la historia del cine. Otro saludo para ti.

Marcos Callau dijo...

Grande entre los grandes!! Acabo de leer su larga entrevista a Sir Alfred Hitchcock y ha sido un libro que me ha encantado. Una joya para los amantes del cine "Hitch" y para los amantes del cine, en general. Una gran entrada Clementine. Besos.

Clementine dijo...

¡Marcos Callau, cuánto honor verte por aquí! Este grande entre los grandes requiere una entrada especial, y qué menos. Yo le tengo en un pedestal desde que le estudiamos, y afortunadamente muy a fondo, en la facultad. Porque no sólo fue un gran director de cine, fue también un excelente teórico cinematográfico con las ideas muy, muy claras. Yo me he identificado siempre con él, igual hasta se me nota... El libro suyo de Hitchcock es maravilloso. Besos muy cinéfilos, Marcos.

El Tirador Solitario dijo...

Truffaut, Truffaut...que director tan portentoso, con que entusiasmo hablaba y escribía sobre cine...su libro sobre Hitchcock es una delicia que se puede leer y releer una y otra vez...y de sus películas me permito señalar tres que me gustan especialmente: La piel suave, una emotiva y lírica reivindicación de la infancia, un tema tan caro al cine francés; La habitación verde, una película inclasificable, con unas vetas de misticismo que no se habían visto en el séptimo arte desde Dreyer; y la que fue su última filme, Vivement dimanche!, una obra prodigiosa, ágil, encantadora...
Me ha encantado leer esta entrada.
¡Viva Truffaut!!

El Tirador Solitario dijo...

¡Por cierto! Donde he escrito La piel suave, quería decir La piel dura (no es lo mismo Le peau douce, que L'argent de poche).
Que bien me ha quedado esta apostilla, ¿verdad amiga mía?

Clementine dijo...

Anda, Tirador, un dos por uno y citando a Dreyer, qué extraño en ti... Portentoso, Tuffaut digo,y todo un entusiasta del cine. Me alegra que te haya gustado esta entrada y sí, amigo mío, a ti te quedan bien todas las apostillas, ya lo sabes...

deWitt dijo...

Caramba Clemenetine!! Sólo puedo felicitarte por esta completa e interesantísima entrada.
"El cine según Hitchcock" es un libro maravilloso. Comparto totalmente lo que dices sobre él.

Me gusta mucho la reflexión qye Truffaut hace sobre el crítico de cine pues creo que esa es la actitud correcta.

Un gustazo de entrada!

Bicos

Clementine dijo...

Gracias, deWitt, me alegra que te haya gustado. Truffaut tenía la cabeza muy bien amueblada. Su libro de Hitchcock es de lo mejor que me he leído yo junto al de "Conversaciones con Billy Wilder", otra joya. Más bicos para ti.

Roberto Béjar dijo...

Tengo que hacerme con ese libro de las 500 preguntas a Hitchcock. He oído hablar de él bastante bien.

De Truffaut poco puedo decir, porque el cine francés lo manejo bien poco. Habrá que ponerse manos a la obra.

Clementine dijo...

Hola, Roberto. Hazte con ese libro, merece mucho la pena, además no creo que tengas dificultad en encontrarlo. Y ponte, ponte con Truffaut, no te va a decepcionar, ya lo verás. Un beso.

Alicia dijo...

Qué grande el cine francés:
Alléz, allez, mesieurs le petít!!

Por aquí se pueden pedir también libros, pues?

Clementine dijo...

Mais oui, mais oui, Alicia... A poder ser, libros que tenga yo, como es el caso.