martes, 26 de mayo de 2009

Sydney Pollack, el último romántico



Era un director favorito entre las estrellas de Hollywood. Y él de ellas decía: "Las estrellas son como un pura sangre. Es un poco más peligroso con ellos. Son más irritables. Uno tiene que ser cuidadoso, porque uno puede ser despedido. Pero si ellos hacen, lo que mejor hacen - sea lo que fuere lo que los hace estrellas - es realmente interesante".

Sydney Irwin Pollack nació el 1 de julio de 1934 en Lafayette (Indiana). De familia judía de inmigrantes rusos, dejó su hogar de infancia, South Bend, a los 17 años. Y en lugar de dedicarse a la odontología, como quería su padre, se fue a Nueva York para prepararse como actor en una prestigiosa escuela, la Neighborhood Playhouse School of Theather. Con el tiempo, Sanford Meisner, su maestro en dicha escuela, le pidió que enseñara junto a él.


En 1962, aún como actor, coincidió con Robert Redford en "War hunt", primera intervención en la gran pantalla para ambos. Se fue creando entre ellos una estrecha amistad (según Redford eran espíritus afines) que perduró hasta la muerte del director. Pollack dijo en una ocasión que el estupendo Robert Redford le sirvió siete veces de protagonista, entre otras tantas estrellas, porque lograba contener el dolor mejor que todos. Y añadía de él: "No quería ser el típico guapo, el niño mimado. Pero es que, es tan guapo..."

El periodista Scott Holleran le preguntó en una ocasión por qué en sus historias de amor los protagonistas nunca acababan juntos. Pollack dijo: "No tiene que ver con lo que creo, sino con lo que me parece más efectivo en un drama: las historias de amor que no nos dejan en paz son sobre oportunidades perdidas". Y añadió: "No me importa que sea un thriller o una comedia, porque un argumento siempre es una historia de amor para mí: el conflicto entre dos personas que desearían no ver el mundo de manera diferente".


El jazzista y compositor Dave Grusin fue otro elemento importante en la filmografía como director de Sydney Pollack. Entre 1974 y 1999 llegaron a trabajar conjuntamente en nueve ocasiones. Grusin puso música a las imágenes de Pollack en tres décadas distintas: "Yakuza", "Los tres días del cóndor", "Un instante, una vida" y "El jinete eléctrico" en los 70, "Ausencia de malicia" y "Tootsie" en los 80 y finalmente, en los 90, "Habana", "La tapadera" y "Caprichos del destino". En palabras del director: "Grusin daba sentido a escenas que sin la música serían difíciles de entender. Era como subrayar una serie de palabras en un texto para que la gente se fijara más en ellas". Yo, que soy absolutamente grusiniana, corroboro estas acertadas palabras.


Tras unos años alejado de la gran pantalla, Sydney reapareció en 1995 con "Sabrina y sus amores", discreta adaptación de la célebre película de Billy Wilder, y cuatro años después con "Caprichos del destino", una nueva historia romántica con el inconfundible "sello Pollack". En estas dos cintas el protagonista era Harrison Ford, que a mí también me vale. Y mucho.

Sydney Pollack fue nominado en 1969 al Oscar como director por "Danzad, danzad, malditos", también premiada en los festivales de Cannes, Bruselas y Belgrado. Con "Tootsie" consiguió 10 candidaturas a los Premios de la Academia (sólo lo logró Jessica Lange como mejor actriz secundaria). También reunió otras tantas nominaciones a lo largo de su extensa carrera. 


Pero tan sólo obtuvo el Oscar a la mejor película y mejor dirección en 1986 por "Memorias de África". Y en 2002 fue distinguido en el Festival de Cine de Locarno (Suiza) con un Leopardo de Oro Honorífico a su trayectoria.


Su papel como agente de Dustin Hoffman en "Tootsie" marcó su regreso a la interpretación tras 20 años de no estar frente a las cámaras. Ha intervenido como actor en un gran número de producciones antes, durante y después de dedicarse a la dirección. Le gustaba aparecer en pantalla, y lo hacía estupendamente. Y en muchas de sus intervenciones dejaba entrever su gran sentido del humor a través de sus personajes.

Incluso apareció también como actor en la pequeña pantalla en series hoy tan conocidas como "La hora de Alfred Hitchcock" o "The Twilight Zone" y, más recientemente, mostrándonos su enorme "vis cómica", en un episodio de "Frasier" y en cuatro de "Will y Grace", donde interpretaba al divertido padre del protagonista.

Sydney Pollack nos dejó el 26 de Mayo de 2008, hoy hace un año. En cierta ocasión refería que no hubiera podido hacer todo lo que hizo si hubiera nacido en otro tiempo, si su generación no hubiera idolatrado a los cineastas europeos de las nuevas olas o si los estudios hubieran sido en ese entonces las multinacionales torpes que ahora son.


Yo desde aquí, Sydney, te doy las gracias como cineasta y como persona. Como cineasta por habernos dejado esas maravillosas historias, tan humanas y tan bien contadas. Como persona por habernos hecho también reir con tus genuinas interpretaciones, en la gran pantalla y en la pequeña. Y por ser tan simpático y tan buena gente.


Gracias por haber sabido trasladar el romanticismo de clásicos como "Cumbres borrascosas", "Breve encuentro" o "Casablanca" a un tiempo más moderno con "Tal como éramos", "Habana" o "Caprichos del destino". Gracias también por haber elegido a Robert Redford como tu héroe romántico. Comparto contigo aquello de "es que es tan guaaapo..."

Gracias por "El jinete eléctrico" y por "Las aventuras de Jeremiah Johnson", dos verdaderos cantos a la Naturaleza y a todos los valores fundamentales que perdemos fuera de ella. Y por pedirle a tu "espíritu afín" (qué suerte para ambos) que interpretara a sus dos protagonistas.

Y, por encima de todo, gracias por "Memorias de África". Por elegir al más guapo, a Meryl Streep y a Klaus María Brandauer. Por la dirección, por la música, por la fotografía, por el montaje... Y por la maravillosa historia.


Yo tenía una granja en África...

sábado, 16 de mayo de 2009

El bueno de Jack


El físico poco común de Jack Palance fue clave cuando, en 1947, debió reemplazar a Marlon Brando en la producción de Broadway de "Un tranvía llamado deseo", dirigida por Elia Kazan. Su primera oportunidad en el teatro le fue brindada de la forma más curiosa. Brando había colocado un saco de boxeo en el cuarto de calderas del teatro, e invitó a Palance a ejercitarse con él. Una noche, Jack erró un puñetazo y, en vez de darle a la bolsa, golpeó de llenó la nariz de Brando, enviando a éste al hospital y quedándose él como protagonista de la obra.


La interpretación de Stanley Kowalski en teatro le valió a Palance un contrato con la 20th Century Fox. El mismo Kazan le lanzaría con gran éxito, tres años después, a la gran pantalla con "Pánico en las calles" (1950). El director quedó impresionado por "un rostro que sólo una madre podría amar". Estoy segura de que al propio Kazan también le debió querer mucho su madre...


Hijo de minero, Volodymyr Ivanovich Palanyuk nació el 18 de Febrero de 1919 en Pennsylvania. Antes de entrar en el mundo de la interpretación, Jack fue lustrabotas, salvavidas, boxeador, vendedor de helados, profesor de natación, guardaespaldas, periodista y soldado. No necesariamente en este orden.

A fines de la década de los 30 se lanzó, bajo el seudónimo de Jack Brazzo, a una carrera en el boxeo profesional que le deparó varios éxitos: además de ganar sus primeras 15 peleas, 12 de ellas por "knockout", logró un palmarés de 18 triunfos en 20 combates. Los golpes recibidos le desfiguraron en parte su rostro. Dejó el boxeo profesional para ingresar en las fuerzas armadas en los primeros años de la década de 1940. Participó en la Segunda Guerra Mundial, donde formó parte de la Fuerza Aérea y donde su rostro fue dañado nuevamente al estallar en el aire el bombardero en el que iba. En 1949 se licenció como dramaturgo en la Universidad de Stanford de California, hablando todo un abanico de idiomas: ucraniano, ruso, italiano, español, francés e inglés.


Tras su más que estimable debut en el cine con "Pánico en las calles", Palance nos regaló una interpretación de lujo en la piel de Jack Wilson, el pistolero de la mítica "Raíces profundas" (1953), personaje que le catapultó como uno de los mejores malos de Hollywood. En 1955, Robert Aldrich le concedió su primer papel psicológico en "El gran cuchillo", del que Jack salió más que airoso. Más adelante, en 1961, Vittorio de Sica superó la jugada extrayendo del actor una "vis cómica" absolutamente insospechada en él. La película era "El juicio universal", un clásico maravilloso del cine italiano que contaba con un excelente guión y un reparto de lujo. De Sica en letras mayúsculas.


Jack Palance aún pudo habernos dejado otras tres memorables interpretaciones. Elia Kazan le había prometido el personaje del hermano de Marlon Brando en "¡Viva Zapata!" (1952), pero el director cambió de opinión a última hora y se lo dio a Anthony Quinn (quien ganó el Oscar como mejor actor secundario). También le hubiera gustado interpretar el personaje que finalmente hizo Lee Marvin en "La ingenua explosiva" (1965), pero nunca se lo ofrecieron. Además, fue la primera elección de Stanley Kubrick para el personaje de Jack Torrance en "El resplandor" (1980). Como todos sabemos, lo interpretó finalmente Jack... Nicholson.

En la década de los 80, y durante cuatro años, Palance animó el programa de televisión "Aunque usted no lo crea", el cual mostraba curiosidades del mundo entero. Posteriormente, este programa sería conducido por su hija, Holly Palance.


Tras una serie de títulos cinematográficos de menor relevancia, llegó a sus manos "Bagdad Café" (1987), reconciliación notable del actor con la gran pantalla al brindarle la oportunidad de demostrar que también podía llegarnos al corazón. Oculto tras ese rostro de perfecto malo, nos encontramos al entrañable Rudi Cox, uno de los personajes por los que el actor será sin duda más recordado.


Palance fue nominado al Oscar en dos ocasiones y en dos años consecutivos: por "Miedo súbito" (1952) y por "Raíces profundas" (1953). Finalmente, a los 73 años, lo consiguió como actor secundario por "Cowboys de ciudad" (1991), papel por el que obtuvo también ese año el Globo de Oro. En esta película hacía una parodia de sí mismo como un duro vaquero y, al recoger su Oscar, dejó boquiabierta a la audiencia cuando comenzó a hacer flexiones en el suelo con una sola mano.

En 1995 volvió a mostrar su lado más humano a través de su personaje de Bartle Bone en "Buffalo Girls". Su última aparición en pantalla fue en 2004 para una serie de televisión, junto a Faye Dunaway y Peter Fonda.


Hombre más que polifacético, Jack dedicaba su tiempo libre a la pintura y a sus hijos. En la década de los 80 grabó un disco de música country. Y también tuvo tiempo de escribir un libro de poemas titulado "The forest of love" (1996).


Tristemente, Jack Palance nos dejó el 10 de Noviembre de 2006. Y este año se cumplen 90 desde que llegó a este mundo. Su cara de rasgos duros y su corpulencia le convirtieron en el malo ideal de la pantalla grande. Se hizo célebre por sus papeles de villano al interpretar, una y otra vez, a personajes duros, malos y psicópatas. Y es que, además, lo hacía magníficamente.

En definitiva, Palance fue una malo clásico del cine, pero de los que encima te caen bien, gracias a la simpatía y sentido del humor que siempre derrochó este genuino actor.


Este post va especialmente dedicado a él. Como actor y como persona. Gracias, Jack. Pero también se lo quiero dedicar a cuatro cinéfilos amigos míos que, como yo, le han seguido de cerca en su trayectoria cinematográfica: Antolín, Alberto, Luis y, por supuesto, Pepe. Hubiera sido genial cerrar este círculo amistoso con el propio Palance.

A ver si un día me asomo a ese Bagdad Café... Porque estoy segura de que ahí seguirá sentado el bueno de Jack.

lunes, 11 de mayo de 2009

La historia del cine a subasta

Entre el 30 de Abril y el 1 de Mayo pasados ha tenido lugar en Los Ángeles un importante reconocimiento al mundo del cine. La casa de subastas Profiles in History organizó tal evento, donde más de mil objetos procedentes de diversas películas han cambiado de propietario.


Gran parte de estos objetos procedían de la colección personal del estadounidense Forrest Ackerman, fallecido el 4 de Diciembre de 2008 a la edad de 92 años. Ackerman era un prestigioso editor, escritor y agente literario experto en temática fantástica. Sus escritos en la revista "Famous Monster of Filmland", la primera publicación dedicada exclusivamente a los monstruos, tenían toda una legión de fans, e influyeron en la personalidad de escritores como Ray Bradbury y Stephen King. O directores como George Lucas, para quien Ackerman fue alguien que "nunca dejó de creer en la magia de las películas y en las posibilidades que presenta la ciencia ficción".


Nacido el 24 de Noviembre de 1916, Forrest Ackerman fue una figura clave en la aceptación cultural de dicho género en la literatura, el cine y el arte en general. Comenzó a leer ciencia ficción en 1926 y a escribir cuentos poco después. Pero, sin duda, su mayor aportación fue la de acuñar en 1954 el hoy ya habitual término "ciencia ficción" ("Estaba escuchando la radio con mi mujer cuando alguien dijo "hi-fi", y la palabra me sacudió. Inmediatamente me vino a la cabeza "sci-fi"). Otro de sus grandes logros fue que llegó a poseer la mayor colección de objetos de ciencia ficción y fantasía, con más de 300.000 artículos que llenaban ocho dormitorios de su casa en Los Ángeles.

A la "Ackermansion", como él mismo la llamaba, llegaban seguidores de todo el mundo, organizándose incluso visitas guiadas los Sábados. Ackerman fue también el creador de los personajes del cómic "Vampirella", con el que alcanzó tal éxito que llegó a firmar 10.000 autógrafos de una vez durante una convención de películas de monstruos. También conocido como "Forry", desde 1966 se concede en su honor el Forry Award, premio a los méritos excepcionales en la ciencia ficción. El propio Ackerman lo recibió en 2002. Otros galardonados fueron Ray Bradbury, Arthur C. Clarke, Isaac Asimov, Chuck Jones y Ray Harryhausen.


En un principio, el objeto estrella de la subasta que tuvo lugar en Los Ángeles era el vestido que inmortalizó Rita Hayworth en "Gilda", vestido de satén totalmente negro, con un gran lazo a la altura de la cintura. Diseñado por Jean Louis, tiene una etiqueta interna de Columbia Pictures que dice "Rita Hayworth". Pero esta prenda finalmente no salió a subasta. Sí participó en ella otro objeto clásico, el cartel original de la película "Frankenstein", segundo objeto más preciado que se vendió por 180.000 dólares. Otro de los más codiciados fue la máscara del monstruo de "Revenge of the creature", secuela de "El monstruo de la laguna negra" en su versión de 1954.


Y la capa utilizada por el gran Bela Lugosi en tres de sus genuinas películas se vendió en 32.500 dólares, algo menos del precio que obtuvo el anillo que lució el actor en la mítica "Drácula", subastado en 40.000 dólares. También cambió de propietario un monóculo utilizado por Fritz Lang, ya que cuando al genial director alemán empezó a fallarle la vista en mayor grado, regaló el monóculo que usó durante el rodaje de "Metrópolis". Y el "traje" de Charlton Heston en "El planeta de los simios", todo un clásico del cine americano, fue también objeto de esta subasta. De gran intensidad fue la puja por un archivo de 6.800 fotogramas de films de Hollywood, tanto en blanco y negro como en color, de distintas producciones de los grandes estudios americanos. Esta puja se cerró en 175.000 dólares.


Y junto al cine clásico, una parte importante de la historia del cine más reciente. Entre otras, la pieza que alcanzó el precio más alto: el arma que Harrison Ford empleó en la película de culto "Blade Runner", considerada uno de los objetos más importantes de la historia de la ciencia ficción (se le llama "El Santo Grial" de las armas de este género). Fue vendida por 225.000 dólares. Por su parte, el traje usado por Arnold Schwarzenegger en su papel de villano en "Batman y Robin" se despachó en 60.000 dólares, mientras que una de las destructivas máquinas voladoras de "Terminator" alcanzó los 55.000 dólares.


Y entre otros muchos objetos del cine más moderno, se encontraba la espada láser que llevaba Ewan McGregor en "Star Wars. La amenaza fantasma", pieza de resina que, cuidadosamente diseñada, fue pintada a mano en plata y negro, con un interruptor rojo y empuñadura dorada. O el cuerpo maltrecho del T-800 que sustituía a Schwarzenegger en algunas escenas de "Terminator II". Y las pistolas de Angelina Jolie en "Tomb Raider", el arco y la flecha de Orlando Bloom en "Troya", las garras de Lobezno en "X-Men. La decisión final" o el traje de Johnny Depp en "La leyenda del jinete sin cabeza".

En esta subasta también tuvieron cabida otros objetos pertenecientes al mundo de la televisión, como uno de los bañadores de Pamela Anderson en la serie "Los vigilante de la playa". O pertenecientes a la historia de la música, como un manuscrito de "Too much blood" de la propia letra de Mick Jagger, o un micrófono "electro-voice" 676 original de Jim Morrison.


Una importante subasta hecha con recortes del cine de todos los tiempos, que hubieran sido más dignos de inmortalizarse en un Museo del Cine donde todo el mundo pudiera disfrutar de estas reliquias. En cuanto al bañador de Pamela Anderson... que lo disfrute en exclusiva su actual propietario. Yo, personalmente, me hubiera quedado con el traje de Gilda, que tiene más glamour cinematográfico. ¿O no?

jueves, 7 de mayo de 2009

Bea Arthur, auténtica chica de oro


Bea Arthur nos dejaba el pasado 25 de Abril. Su verdadero nombre era Bernice Frankel, pero ella lo odiaba, así que lo cambió por uno de una sola sílaba: Bea (pronunciado Bi. ¿De qué me suena a mí esto?)


Nacida en Nueva York el 13 de Mayo de 1922, tuvo que luchar para ser actriz. La mismísima Tallulah Bankhead le dijo en una ocasión:"Tienes el talento. El problema es tu estructura ósea". Fue precisamente su alta estatura, su voz grave y un enorme don para la comedia lo que la llevó al éxito y reconocimiento general.


A finales de los 40, Bea comenzó a trabajar profesionalmente en un grupo de teatro de Nueva York. Entre otras obras que representó estaban "El violinista en el tejado" y "Mame", que le valió un Premio Tony.

Y en 1972 fue seleccionada para protagonizar la serie de televisión "Maude", que permaneció en antena desde 1974 hasta 1978. Exitosa serie sobre una feminista progre que para su época fue bastante pionera. En ella se trataban temas como el aborto, la menopausia o el alcoholismo ("Hablábamos de todo menos de las hemorroides").


Pero su rotundo reconocimiento y popularidad lo consiguíó más adelante con "Las chicas de oro" (1985-1992), una de las series televisivas de más éxito de los años 80, donde su personaje de Dorothy desplegó un humor ácido y sarcástico que hizo las delicias del público ("Hacer bien un papel cómico consiste en permanecer terriblemente seria").

En 1992, Bea anunció que abandonaba la serie. Las otras tres "chicas" regresaron con "The golden palace" ("Hotel de oro" se llamó aquí) que, pese a estar también creada por Susan Harris, sólo duró una temporada. Evidentemente, no era lo mismo sin Dorothy.


Tras realizar diversas apariciones en películas, espacios y series de televisión, Arthur se reencontró de nuevo con Broadway en el 2002, estelarizando "Bea Arthur on Broadway: just between friends", una recopilación de historias y canciones basadas en su vida y carrera. El espectáculo consiguió un nuevo triunfo y fue nominado al Premio Tony.


Bea fue en múltiples ocasiones nominada a los Premios Emmy. Lo obtuvo tan sólo en 1977 por "Maud" y en 1988 por "Las chicas de oro". Y en los últimos años continuó su labor con los monólogos humorísticos.

Porque la comedia fue un terreno que ella dominó siempre a la perfección ya que, como bien la describe el amigo Jorge, "era una actriz de esas de gesto".


Ahora Dorothy se ha reunido de nuevo con su madre, Sofía Pretillo. Y sus dos amigas en "Las chicas de oro" le dedican a Bea unas últimas palabras. Rue McClanahan, Blanche Deveraux para los amigos: "Hace 37 años ella me mostró cómo ser valiente a la hora de hacer comedia. Echaré de menos ese coraje y esa voz".

A su vez, Betty White, Rose Nylund para sus seguidores: "Bea fue una parte muy importante en una época muy feliz en mi vida y la he querido profundamente durante mucho tiempo". Betty, además, afirmó sentirse "feliz por haberla conocido".


Y a mí me hubiera gustado conocerla. Aunque fuera sólo para decirle: "Thank you for being a friend". Y por habernos hecho reir.

domingo, 3 de mayo de 2009

Madres a toda pantalla

Hoy  celebramos  el  Día  de  la  Madre.  Y  yo,  desde  aquí,  quiero  hacerle  un  sincero homenaje a siete madres cinematográficas que me han dejado una huella especial, tanto por el personaje en sí como por la actriz que lo interpretó.


Empezaré por mi favorita, Ma Joad, la madre de "Las uvas de la ira" (1940), maravillosa película de John Ford que retrata a la perfección, a través de una familia de granjeros, las devastadoras consecuencias de la Gran Depresión. Ma Joad es una madre a la que las adversidades hacen aún más fuerte. Mujer a la que dio vida en la pantalla Jane Darwell, actriz teatral y una de las mejores secundarias que ha dado Hollywood.

Jane se nos hizo familiar en títulos hoy ya clásicos como "Lo que el viento se llevó" y "Pasión de los fuertes". O "Mary Poppins", donde sólo aparecía como la entrañable anciana que da de comer a las palomas. Y en otras tantas películas y series de televisión, como "Rin Tin Tin" o "Lassie". Pero fue el personaje de Ma Joad el que la encumbró como una de las mejores actrices del momento. Y con él obtuvo un más que merecido Oscar a la mejor actriz secundaria. Y es que no podía ser de otra manera.


Cynthia Rose Purley... Quizás este nombre no os sugiera gran cosa. Pero si os digo que es el personaje de la madre de "Secretos y mentiras" (1996), más de uno caeréis en la cuenta. Cynthia es una mujer que debe encajar en su vida a una segunda hija de especiales características. La actriz Brenda Blethyn fue la elegida para llevar a cabo este difícil papel, transmitiéndonos maravillosamente la progresión de sentimientos por los que tiene que pasar su personaje.

A Brenda le valió una nominación al Oscar, galardón que se llevó Frances McDormand por "Fargo". Y aunque McDormand está espléndida en su película, yo le hubiera otorgado el premio a Brenda, que hace aquí el papel de su vida.


En la década de los 80, conocimos a Sophie Zawistowski, una madre polaca que ha de enfrentarse a una sobrecogedora elección. En "La decisión de Sophie" (1982), este papel lo llevó a cabo impecablemente Meryl Streep, que antes de esta película ya nos había convencido en la serie "Holocausto" o en "El cazador", y después nos siguió convenciendo en títulos como "Memorias de África" o "Las horas".

Pero su personaje de Sophie, que le valió el Oscar a la mejor actriz, ya pertenece por derecho propio a los grandes papeles de la historia del cine.


De la mano de Luchino Visconti nos llegó la película "Bellísima" (1951), donde se nos presenta a Maddalena Cecconi, una madre que hace lo imposible por introducir a su niña en el mundo del cine, aun en contra de la voluntad de la propia niña. Un tipo de madre real como la vida misma, y que aún hoy se sigue dando.

La actriz italiana Anna Magnani nos pone los pelos de punta con su interpretación de esta temperamental mujer. Y si se pone uno a analizar, tan sólo lo podía haber hecho la Magnani. Y así fue.


En el cine español también hay madres. Y algunas legendarias, como es el caso de la Madre que nos presenta Carlos Saura en "Mamá cumple cien años" (1979). Los cien años de una madre que en ese celebrado día se da cuenta de que sus hijos no son como ella creía.

Rafaela Aparicio, eterna actriz de nuestro cine, nos regala aquí su interpretación más tragicómica, sin duda la mejor de su larga carrera. Gracias, Rafaela.


Las madres también aparecen en los dibujos animados. Como representación de todas ellas hay que destacar a la Madre de Bambi, papel bien interpretado en "Bambi" (1942) por la Madre de Bambi que consiguió, aún saliendo poco en la película, que todo el mundo reprochara a Walt Disney el acabar de aquella manera con su personaje.

Vale que Disney nos quería transmitir así la cruel actitud del ser humano con la Naturaleza pero, hombre, que es la Madre de Bambi...


Terminaré esta personal selección con una sonrisa, más que nada por equilibrar un poco tanta tragedia. Y será de la mano de la Madre de Sheldon, una irritante pero divertida señora con la que Woody Allen nos deleitó en "Edipo reprimido", una de las tres partes en las que se divide la película coral "Historias de Nueva York" (1989).

La actriz Mae Questel da vida en la pantalla a esta peculiar señora, y yo desde aquí le doy las gracias por su genial interpretación. No os diré nada más, sólo que si no la habéis visto, ya tardáis.

Seguro que ahora vosotros me diréis que hay muchas más madres cinematográficas que no he mencionado. Y tenéis razón. Pero yo he seleccionado sólo estas siete por dos motivos. Primero, porque son mis siete madres de cine preferidas. Y segundo, porque el número 7 es el favorito de mi propia madre... ¡Feliz Día, mamá!